Para mí, caminar se convirtió en una práctica estética, necesaria y vital, este proyecto surge de ahí. Parto desde Frailejonal, vereda de La Calera, Cundinamarca y me aventuro por la cordillera hasta San Nicolás corregimiento de Restrepo, Meta. El viaje duro 14 días, en los que se caminaron 239,2 kilómetros. La experiencia me atravesó completamente, sin embargo, ahora como propuesta plástica pareciera convertirse en un retazo de las maravillas que empiezan a aplomar mi vida, de ella se poseen innumerables imágenes que se presentan a la vez como representación y como materia.

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Finalmente, la experiencia devino objeto y escritura. Existe un texto que hace parte de una de esas representaciones. Está dividido en dos partes, la primera tiene que ver con reflexiones previas al viaje, en ella se compilan algunas ideas que rodearon teórica e intuitivamente la preparación del recorrido. Así mismo intento “inventariar” de alguna manera la vida y las piezas que conforman extensivamente mi manera de entender lo artístico. Considero que en cuanto a escritura estas ideas son tan solo informaciones para el lector otro retazo alejado de la experiencia. La segunda parte es el diario que noche tras noche fue escrito en tanto que caminaba, y ahora se me presenta como la memoria viva del recorrido, como un cuerpo de palabras que, por su narrativa, puede filtrar y tal vez acercar al lector a mi experiencia.

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Estos objetos, imágenes, registros, rastros, índices que componen el proyecto, se presentan como manifestación de estados personales que considero primordiales. Pretendo que permitan el reconocimiento de la esencia del proyecto, una investigación a pie dotada de vetas entre lo místico y lo representativo. La intencionalidad fija en un solo objetivo: tocar levemente la perspicacia del movimiento de la vida. Estar presente en medio de su maravilloso instante, inmerso en su estética mientras la vida va dando luces de su paso.