Seis días en el paraíso

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“26. Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra… Y fue la tarde y la mañana del día sexto.” Reina Valera, 1960, Genesis 1:26, 31.

 

La domesticación de las especies se origina en el neolítico siendo causa con la agricultura, de la sedentarización de las civilizaciones. A partir de este momento se da inicio al Antropoceno, periodo en el que las acciones de la humanidad son las causas principales de la transformación biológica y geofísica del planeta. Estas mutaciones físicas y sociales se incrementan desde que se establece el capitalismo como modo de producción global, homogenizando e instaurando relaciones de poder y miradas hegemónicas que buscan dominar lo salvaje. En América estos cambios se median desde la llegada de los europeos con la religión católica como método de control y vigilancia, evangelizando poblaciones indígenas, amalgamando diversas culturas, y estableciendo un amasijo que ahora es imposible de separar.  

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Este proyecto comienza a formarse en la selva, tomando como punto de partida seis viajes, los primeros cinco realizados entre los años 2005 y 2010 que tuvieron lugar en la Amazonia al sur de Colombia y el ultimo en el 2018, al norte, en el departamento de Guainía. En el 2005 mi padre era el medico líder de una organización que realizaba brigadas de salud en comunidades Ticuna entre Colombia, Perú y Brasil. Estos recorridos eran patrocinados por una organización evangélica europea que, aunque no predicaba, construía pozos y escuelas en poblaciones alejadas. Ahora viéndolo desde la distancia, estas acciones realizadas desde el altruismo como fundamento, me dejan varias preguntas: ¿estas labores benefician o hacen mal a los pueblos originarios?, ¿es un arma de doble filo el querer acercarse a ellas desde las practicas occidentales? ¿se establece un vínculo entre ambas culturas que proporciona beneficios mutuos?

   

Las piezas de esta instalación titulada: “Seis días en el paraíso”, intentan señalar o cuestionar varios vértices que dan cuenta de esas culturas que se funden: una piel de anaconda de cinco metros, que fue cazada para salvaguardar los animales domésticos y luego regalada a mi padre en agradecimiento por la labor prestada, ha sido intervenida con encaje veneciano; un hueso sacro de bobino carga un crucifijo de metal; un retrato fotográfico de niños Ticuna que visten camisetas con palabras en inglés, y por último, un video que registra las aguas turbias y de colores rojizos de varios ríos como el Atabapo y afluentes del rio Negro.

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Para darle un contexto a estos cuatro momentos que marcan las aleaciones sociales y físicas de las que hablo, comenzare la historia con la Anaconda. Este animal representa un gran poder para muchas comunidades del Amazonas, da vida al mito de la serpiente-canoa, que relata el origen de varios pueblos donde la serpiente proveniente de la vía láctea va poblando la selva a su paso. En este caso se presenta como un cuero curtido e intervenido con un encaje industrial estilo veneciano, las luces puntuales iluminan seis puntos de su cuerpo, representando la línea de tiempo en el paraíso, que comienza en la punta de su cola y culmina al sexto día con un balazo en la cabeza.

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Según el catolicismo el humano fue creado el sexto día, y poco tiempo después engañado por una serpiente, quien fue la culpable de que abrieran sus ojos y vieran como dioses. Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento, al dominio de la muerte, e inclinada al pecado. El objeto escultórico consta de un hueso sacro que representa para las creencias mágico religiosas, el punto desde donde el cuerpo se recompondrá tras la resurrección, en este caso es un hueso de bovino que sirve de soporte para un crucifijo de metal.

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La religión católica desde su desembarco en América, busco en lo más recóndito del Abya Yala, gentes que convertir, pueblos que dominar, y muy pocos resistieron. Estos pocos que fueron inalcanzables sucumbieron ante la poderosa globalización que llega a todos los rincones. La fotografía tomada en Jerusalén, población Ticuna del Perú, muestra las sutilezas de estas huellas: niños Ticuna con la piel pintada con Huito "que es como un alma espiritual, una bandera de lo sagrado", vistiendo camisetas con palabras en inglés e imágenes de los Looney Tunes.

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Y así como la globalización ha llegado tan lejos, llegue yo, un bogotano con ascendencia europea, cargando un artefacto contemporáneo para registrar las profundidades del rio que junto a la anaconda inspiran el Genesis de las culturas de la selva, las imágenes guardadas fluctúan entre la superficie y la profundidad.